ERAWAN, AYUTTHAYA Y MERCADOS TAILANDESES
¡Saludos amig@s viajeros! Mi nombre es Sergio, y en este post os relataré una pequeña parte de mi viaje mochilero por Tailandia junto a tres amigos a mediados de junio de 2017. Una estancia de dos semanas con tres bloques bien diferenciados: 5 días en Bangkok y alrededores, 4 en la zona norte de Chiang Mai, y otros 5 en las Islas Phi Phi y las playas de la provincia de Krabi.
Cabe destacar que en Tailandia, como buen país asiático con clima tropical que se precie, las condiciones climáticas influyen a la hora de tomar la decisión de en qué época del año viajar. La temporada alta en “el país de los hombres libres” se extiende de noviembre a abril, durante la cual el clima es más benévolo (en Tailandia siempre hace calor), fundamentalmente por las escasas precipitaciones; y en contraposición con la época de Monzones, de mayo a octubre.
¿Y que hicimos nosotros? Pues viajar en junio. ¿Incógnita? El clima. ¿Ventajas? Bajos precios. A finales de enero obtuvimos los billetes de avión en Royal Jordanian por 500€ con escala en Amman, y al llegar a Bangkok el tipo de cambio de la moneda local, el bath tailandés, nos favoreció con creces (1€=35THB frente a los 25THB de la temporada alta). ¡Ah, por cierto! Sólo vivimos un momento de lluvia monzónica en todo el viaje, así que todos los planetas de la galaxia se alinearon simultáneamente y todo salió a pedir de boca.
ERAWAN
No me detendré en Bangkok. Merecería un post completo e independiente simplemente por la gastronomía y los puestos callejeros, un paraíso terrenal para amantes del picante como yo. También es cierto que es una ciudad extremadamente agotadora y caótica, pero merece la pena visitarla.
Son tantas las posibilidades que ofrece este país que ver unas cosas te implica renunciar a otras, pero no quisimos dejar pasar la oportunidad de visitar lugares interesantes a 2-3 horas de la capital. Uno de ellos son las cataratas de Erawan, que nada tienen que ver con el Señor de los Anillos pero bien pudieran ser el atrezzo de un cuento de hadas.
KaoSan Road, la mítica calle mochilera de Bangkok, está llena de comerciales que te ofrecerán excursiones a cualquier lugar que puedas imaginar. Tras el previo regateo de rigor, quedada al día siguiente y a montar en la minivan, típica furgoneta asiática que se convertirá en esa compañera fiel durante todo nuestro viaje.
Erawan Waterfalls se encuentran en el interior del país, dentro de un parque nacional a unas dos horas y media de Bangkok. La ruta consta de 7 impresionantes cascadas en nivel ascendente hasta completar un kilómetro vertical de desnivel.
Podríamos decir que es una ruta apta para todo tipo de personas, pero siempre y cuando tengan un estilo de vida medianamente activo, ya que hay tramos algo exigentes. Si te gusta el trekking y el baño, aquí tienes una buena opción.
Agua cristalina con pececillos que te mordisquean los tobillos, tranquilidad y unas vistas espectaculares. La ascensión te permite ir viendo la diferente fauna y flora del lugar, y al llegar a cascada más alta teníamos a unos amigos que nos estaban esperando como buenos anfitriones del lugar, y con los que había que tener especial cuidado de dejar la mochila a la vista, ya que son muy amigos de lo ajeno y el olor a comida los atrae.
Dentro de las siete cascadas no es recomendable tomar un baño en todas, pues de lo contrario sería imposible finalizar la ruta y retornar en tiempo y hora.
Como recomendación, lo mejor es subir hasta arriba e ir seleccionando cuáles son las mejores para bañarse en la bajada. En lugares como estos sientes una simbiosis total con la naturaleza. Algo muy especial. Pura magia. Vivir para contarlo.
La excursión, que comienza a las 7 de la mañana, se prolonga hasta las 3 de la tarde, e incluye el típico plato local pad thai en la comida. Conseguimos hacer la ruta con desplazamiento, entrada al parque nacional y comida por unos 750 THB (unos 21€).
AYUTTHAYA
Hemos de reconocer que este lugar ya lo teníamos en mente antes de aterrizar en el sudeste asiático. Habíamos visto muchas fotos y ya tuvimos oportunidad de adentrarnos en el mundo budista visitando los templos más significativos de Bangkok, pero esto era otra cosa. Queríamos acercarnos a la esencia del budismo (Dato: nada tiene que ver el budismo tailandés con el estereotipado budismo espiritual tibetano) alejándonos del “budismo urbano” de la capital.
Tras haber negociado nuestra excursión a Erawan y quedar contentos, esa misma noche al regresar volvimos a entablar discurso con nuestro comercial favorito de KaoSan Road para días posteriores en función del tiempo y lo que aún nos quedaba por exprimir en Bangkok. Objetivo: Ayutthaya y los mercados de Damnoen Saduak.
Tras una ardua negociación conseguimos ambas excursiones por un precio conjunto de 1.200 THB (Unos 35€). Éramos cuatro personas y eso influye mucho a la hora del regateo, un deporte nacional al que se le acaba cogiendo el gustillo.
Visitar las ruinas de Ayutthaya te hace retroceder siglos atrás, te traslada a la antigua capital y centro neurálgico del desaparecido Reino de Siam, y te sumerge en un lugar por el que no parece haber pasado el tiempo. Parece como si algo se hubiera quedado encerrado en las cadenas del tiempo.
Las dos horas largas de viaje abandonando el caos urbano de Bangkok son eternas, y conocemos ya cualquier rincón de la minivan. Al llegar a Phra Nakhon Si Ayutthaya nuestro insufrible guía ya nos advirtió de tres zonas diferenciadas dentro de la ciudad. Y digo insufrible porque su traducción cansina y pausada nos quitó todas las ganas de querer prestarle atención, y no fue solo algo particular, ya que prácticamente todos los que hicimos esta excursión decidimos ver las ruinas por nuestra cuenta. La ausencia de carteles explicativos nos hacía poner la antena hacia sus indicaciones muy de vez en cuando
Hablamos de ruinas que datan del año 1350, pero precisamente ruinas, ya que la guerra birmano-siamesa propició la destrucción de un conjunto realmente espectacular que es Patrimonio de la Humanidad. Puede que el hecho de que tan sólo hayan quedado ruinas le dé a este lugar un toque mucho más místico si cabe.
Budas gigantes recostados, rostros inmersos dentro de las raíces de los árboles o las reconocidísimas estupas, esas agujas gigantes de forma circular abovedada propias del budismo. Son nada más y nada menos que monumentos espirituales que representan la armonía y los principios universales.
Ayutthaya te hace viajar al pasado, y es un lugar que consigue transmitirte una increíble paz interior.
Es una decadencia bien llevada con edificios derruidos que emergen y se disfrazan entre la vegetación. Pasea y déjate llevar. La estampa de tu mente hará el resto. Merece, y mucho, la pena.
MAE KLONG Y DAMNOEN SADUAK
A simple vista estos dos nombres no dirán nada, pero también son dos lugares con parada obligada en nuestro itinerario. El primero de ellos, Mae Klong, nos llevo ante una de las situaciones más surrealistas del viaje. La visita a un mercado no os aportará nada especial, pero ¿y si os digo que se encuentra en plena vía del tren? A los datos gráficos me remito.
Pues bien, este singular lugar está a tan sólo una hora de la capital. Los diferentes vendedores se colocan a diario a pies de las vías del tren. Se trata de un mercado al uso, similar a lo que podríamos encontrar en cualquier plaza de abastos en España, Destacan fundamentalmente la fruta –muy barata- y el pescado, ya que el mar y los canales se encuentran muy cerca. Este último puedes encontrarlo recostado prácticamente sobre los raíles, algo extremadamente chocante para cualquier occidental. Toda una oda satírica a las buenas prácticas de la manipulación de alimentos. No obstante, cabe decir que el pescado tenía muy buena pinta aunque la vorágine de olores no es nada agradable.
¿Y que decimos del tren? Este es el elemento fundamental de nuestra visita al mercado de Mae Klong. Cabe destacar que si deseas verlo has de tener en cuenta que pasa por el centro del mercado seis veces al día (8:30, 9, 11:15, 11:30, 14:30 y 15:30). Su paso es perfectamente perceptible. En ese momento comienza una coreografía simultánea de despliegue y pliegue de carpas y toldos al unísono. Tanto que algunos tenderos ni siquiera se inmutan a su paso y dejan sus productos a escasos centímetros de los raíles. Toda una osadía.
En segundos se pasa del todo a la nada y viceversa. Es una anarquía organizada. El tren atraviesa el mercado lentamente, pero intenta buscar un buen resguardo a su paso para hacer fotos y disfrutar del momento.
El día iba de mercados, y también decidimos visitar el mercado flotante de Damnoen Saduak, que se encuentra muy cerca. Hay varios mercados flotantes en Tailandia, pero decidimos visitar éste para aprovechar la ruta, así que ¡al lío! barquichuela y a remar.
La extensa red de canales del país hacen que la barca sea uno de los principales medios de locomoción, o incluso de venta, como es el caso. La particularidad de este mercado se basa en que mientras tú paseas tranquilamente en tu barca los comerciantes se te acercan en las suyas con un fin que no es otro que la venta.
Asimismo, también encontrarás tiendas a pie de canal. El barquero te irá acercando por algunas paradas pactadas, pero también puede llevarte al comercio que desees.
Los tailandeses han encontrado un auténtico filón mostrando a los turistas algunas de las peculiaridades de su modo de vida, y este mercado flotante es una buena prueba de ello porque se acerca demasiado a algo que ha perdido su esencia primitiva y genuina convirtiéndose en un elemento exclusivo para el entretenimiento del visitante.
Si pensabas que ya habías visto de todo en la vida, la visita a estos dos lugares volverá a demostrarte que aún quedan muchos destinos singulares por descubrir.
Me ha encantado el artículo. Lleno de información interesante y fotos fabulosas. La verdad es que me viene muy bien para preparar mi próximo viaje a Tailandia. Ya estuve hace años pero quiero volver. ¡Gracias!